La lógica del olvido

La lógica del olvido

Como cada principio de año la gestoría de nuestra entidad nos pasa un formulario a todas las trabajadoras para definir nuestra situación personal con una cruz (esto ya debería avisarnos de la rigidez del sistema), y así ajustar nuestra retención en la nómina a final de mes. Una compañera me pregunta si cuidar de sus amigas cuenta como tener alguien a cargo, una broma detrás de la que se esconde una gran evidencia. Lidiamos con un sistema que no reconoce cuidados más allá de los que marca el vínculo sanguíneo o conyugal, y eso quiere decir que falla tanto al dar por sentado que la familia, tal como la entiende el sistema, te va a cuidar (véase la ley de dependencia), y falla cuando no reconoce muchas situaciones personales como el cuidado de las criaturas ajenas, el de tus amigas, compañeras de trabajo, compañeras de piso etc… Cuidados todos ellos que recaen principalmente sobre las mujeres, y a las que el sistema de pensiones penaliza, ya que son ellas las que reducen sus jornadas y cogen excedencias para conciliar con las tareas de cuidados con el trabajo remunerado, sumándole como factor agravante la brecha salarial. Y todo ello “Sin olvidar que muchos trabajos de cuidados no están reconocidos como tal o han sido regulados recientemente, lo que ha llevado a las mujeres a trabajar en la economía sumergida y a tener largos periodos trabajados, pero sin haber cotizado a la seguridad Social”.

 

 

El otro día escuchaba una conversación entre Marta Tafalla y Yayo Herrero en la que mencionaban la mecánica de la lógica del olvido como herramienta opresora. Y reflexiono sobre la dureza de ese olvido, esa invisibilización constante por parte de la sociedad hacia algo tan fundamental como el cuidado entre nosotros y hacia nuestro entorno. Últimamente me doy cuenta de las disculpas, las caricias, el tiempo, las conversaciones, la empatía, el trabajo interior, el espacio, la espera que requiere cuidar de las personas que quieres, y también intento poner conciencia sobre a quién me estoy olvidando. Porque me resulta fácil sentir la tensión cuando se olvidan de mí, pero a veces, casi sin darme cuenta, siento como me olvido de los demás, sobre todo cuando los malestares quedan enterrados en el silencio o en lenguajes que no comprendo, como en el caso de colectivos que no disponen de espacios para alzar su voz, personas que no sienten la suficiente libertad o confianza para expresarse o el caso de los animales que se expresan de otras formas que no comprendo. Todos esos malestares quedan en el olvido y siento que como individuo-colectivo es importante generar esos espacios de cuidado y prestar atención para no olvidar.

Tània Seoane Proupin.

 

 

Amor de barri

Amor de barri

Et volen apujar el lloguer? Quines són les empreses o famílies que s’estan enriquint amb l’especulació prop de casa teva? El teu barri cada dia està més endreçat i verd però a tu ja no t’hi volen? Quins plans urbanístics preveu l’ajuntament en el teu barri?



Solars d’ús públic venuts al millor postor que de ben segur especularà tot el que pugui amb ells, infinitat d’edificis i cases buides a la mercè de l’estratègia d’atac passiva de l’abandonament, barris sencers desallotjats i desplaçats per l’interès de petits i grans propietaris, la xifra de gent vivint al carrer augmenta i unes llistes d’espera per a accedir a un habitatge públic accessible que desesperen.


I el turisme continua creixent. El ministeri de foment preveu construir una terminal nova al port i una a l’aeroport d’aquesta ciutat per donar la benvinguda a més consumidors de la marca Barcelona que faran fotografies a les manifestacions per un habitatge digne sense entendre que també ells els han fet fora de casa.

Fa poc vaig escoltar una companya que deia que avui en dia, la trinxera que aplega més nombre de persones i més diverses és la lluita per l’habitatge.

Posar la vida en el centre… ens sona?

Com ja haurem escoltat en les històries no explicades de les revoltes populars, les persones que ens encarreguem de les cures, les que hem de posar un plat a taula pels nostres éssers estimats, les que hem après i reconeixem dia a dia la vulnerabilitat i codependència humanes som les que iniciem aquestes xarxes d’organització, ajuda mútua, denúncia i revolta per canviar les nostres situacions de precarietat.

Avui en dia, la majoria de les persones que arriben als sindicats d’habitatge perquè els pugen els lloguers o directament les fan fora de les seves cases i barris, són dones migrades de països colonitzats.
 Els serveis socials, contràriament al que diuen els mites sobre la mala repartició de les ajudes, no donen resposta a les necessitats d’aquestes dones i les seves famílies. En les pensions d’ús temporal (1 o 2 mesos) que els ofereixen moltes d’elles han de conviure i compartir espais íntims com el lavabo amb persones que les violenten. I molt sovint, les seves situacions de precarietat les fan susceptibles de patir la violència pròpia dels serveis socials que reprodueixen el racisme i masclisme institucionals i empresarials.

La lluita per l’habitatge s’organitza amb una presència majoritària de les dones i dissidències dels gèneres normatius afectades pel racisme i l’explotació colonial.

Continuem aprenent? En aquests col·lectius formats per persones amb experiències de resistència tan diferents tenim la tasca pendent de fer-nos accessibles les unes a les altres. Sovint els espais on ens reunim no són accessibles a persones amb una mobilitat no normativa, els codis culturals continuen sent una trava per a aquelles que no entenen les maneres d’organitzar-se europees o els seus llenguatges, els horaris de trobada molt sovint deixen fora les persones amb càrregues familiars, el masclisme, el racisme i el capacitisme es colen en les nostres pràctiques i s’alimenta de la precarietat.

Tenim estratègies molt diverses per a fer front a les violències. Necessitem aprendre a escoltar-nos. Però cada setmana se sumen èxits de resistència malgrat les nostres violències internalitzades i les capacitats camaleòniques de les administracions i les empreses per innovar en vigilàncies i càstigs. A Barcelona cada setmana s’aturen desnonaments i s’organitzen alternatives d’habitatge per a les que s’han quedat sense sostre. Els col·lectius es multipliquen i es fan més grans.

Molt probablement a prop de casa teva hi ha un sindicat d’habitatge amb les portes obertes per rebre la teva història.

Alba Moreno Biurrun.

 

 

 

 

DesobeDieta

DesobeDieta

Quiero escribir desde el cuerpo. Que sea mi cuerpo un campo de batalla pero que no duela, para así, poder hablar de gordofobia con todas las letras.

Gordofobia es una palabra que empieza a sonar en algunos espacios y entre algunxs de nosotrxs, aunque yo preferiría nombrarlo como gordx-odio, ya que si hablamos de gordofobia entendemos que es aquello a lo que le tenemos miedo o temor. Es decir, miedo a las personas gordxs. Y en realidad la gente gordófoba no siente miedo de los cuerpos gordos, siente rechazo.

Hablar de gordofobia es hablar de la violencia que se esconde bajo la frase “te lo digo por tu salud” porque, sinceramente, equipo, no hay la misma persecución a la gente que fuma, por ejemplo. Parece ser que cuando nos hablan de salud lo únicamente importante es el cuerpo, aunque es curioso que haya tantas personas preocupadas por nuestra salud física pero ninguna por nuestra salud emocional. ¿Realmente creemos que estar delgada es sinónimo ineludible de salud?

¿Por qué solamente se exige que sea saludable un cuerpo gordo? ¿Por qué, cuando vemos en Instagram alguna foto de instagramers delgadas comiendo cupcakes como si no hubiera un mañana, no pensamos que promueven la obesidad? En cambio si unx gordx hace la misma foto, seguramente tendrá varios comentarios de personas gordófobas opinando sobre su salud, la cantidad de azúcar que está ingiriendo o la gran propuesta de que adelgace, por ejemplo.

¿Quiere decir entonces que por el simple hecho de existir siendo gorda ya promuevo la obesidad?

Es incómodo ver cómo una gorda muestra su carne, debemos ir tapadas y tener siempre la intención de hacer una dieta.

Por otro lado, la sociedad te señala todo el rato como única responsable, ya que ser gorda es “un problema” que depende de ti, que tiene solución. No es que seas coja, es que eres gorda y es tu responsabilidad. Por lo que aquí entra la culpa por no conseguirlo, por no ser lo suficientemente fuerte y constante para hacer la dieta y cumplir ese canon con el que, al fin, estar tranquila.

La gordofobia nos ha llevado a todos, y sobre todo a todas, a la conclusión de que lo peor que te puede pasar en la vida es ser gordx,
pero ¿qué es ser gordx? Una construcción política, un discurso donde muchas personas vivamos frustradxs y releguemos nuestra autoestima a la aprobación ajena y de esta manera, nunca estemos del todo contentxs de cómo somos por fuera y nos preocupemos, aún menos, de cómo somos por dentro.

Nos bombardean con imágenes prototipadas por todos lados, dietas milagrosas, pastillas de colores y barritas con sabor a caramelo. Se
lucran con nuestro dinero de gordxs en ofertas del gym cuando se acerca el verano ya que al parecer, para ir a la playa, hace falta tener un cuerpo delgado.
Resulta increíble la contradicción del discurso neoliberal de quererse a unx mismx con este discurso del sistema capitalista que nos vende batidos milagrosos con el fin de hacernos, prácticamente, desaparecer.

¿Si los kilos son míos, por qué te pesan tanto a ti?

He experimentado en mi cuerpo gordo muchas de estas sensaciones y situaciones, y en las aulas de los institutos, cuando hago los talleres,
incluso de los instis más guais y más alternativos, también sigo sintiendo y escuchando, ahora, hoy, en el 2020, GORDA como un insulto.
El otro día, en el aula, una chica con un cuerpo gordo le contestó a un compañero “Wauuuu gracias, tío, por dejarme claro que soy gorda, no me había dado cuenta”. Me pareció una respuesta maravillosa, llena de inteligencia, amor propio y sarcasmo.

Ahora bien ¿cómo hacer para poder tener una adolescencia plena con  nuestro cuerpo no normativo? ¿Cómo poner en marcha el empoderamiento  desde nuestro propio cuerpo?

Si bien la autoestima no es algo que compramos en el súper y es una sensación que cambia diariamente, sí podríamos decir que se construye  colectivamente y desde la mirada del otrx.

Para mí ha sido clave el feminismo. Desde una mirada feminista somos capaces de acercarnos, aceptar y deconstruir muchas cosas aprendidas sobre los cuerpos gordos. El feminismo ha hecho que las ganas de contar mis debilidades a mis amigxs sean mayores y, con esto, nos hemos hecho algunxs un poquito más fuertes, más sabias y más humanas. Desde algunos feminismos, si cambiamos el estigma de GORDA (cuerpo sudoroso, que huele mal, un cuerpo vago, cansado, etc) por nuevos conceptos donde cuerpos disidentes son atractivos, deseados y sexuados.

No siempre es fácil ni cada día unx se siente con energía y empoderamiento para quererse y respetarse, pero estaremos de acuerdo en
que este es el único camino: SEGUIR.
 Es por eso que el feminismo radical es dejar de pedir disculpas por nuestros cuerpos y empezar, en
cambio, a pedirle disculpas a NUESTROS cuerpos.

Militar como feminista en lo gordo y de esta manera, aceptar, bailar, escuchar, reír, tocar, compartir y gritar desde mi cuerpo gordo es una decisión que reviso cada día. Para mí, hacerlo, siempre son ganancias. Empezar a tomar consciencia de no dañarnos y seguir tejiendo redes de apoyo donde construir y seguir existiendo. Porque los cuerpos disidentes estamos aquí, allí y en todas partes.
¡No nos conocemos pero nos necesitamos!!

Y es por eso que me gusta pensar que este gordoodio dejará de existir. Que en las aulas dejaré de escuchar la palabra gorda como insulto. Que la resignificaremos y que los cuerpos gordos dejarán de ser públicos y los haremos nuestros más que nunca. Hay que afirmarlo para que pase, las cosas hay que nombrarlas para que existan.

Por todo esto, y con todo esto vamos a empezar, aunque sea con miedo, empecemos hoy el camino del autocuidado.

Soy gorda y vengo a comerme vuestros prejuicios.

Kotu.